Mientras equipos como el básquet femenino de Rocamora triunfan con trabajo colectivo, algunos ámbitos parecen olvidar que sin lealtad no hay victoria posible. Reflexiones urgentes en tiempos de definiciones.

En las canchas de básquet de Concepción del Uruguay, hay una lección que trasciende el deporte. El equipo femenino de Rocamora avanzó firmemente en su momento, no por talentos individuales, sino porque ninguna jugadora priorizó su nombre sobre la camiseta. Mientras tanto, en otros espacios, como el político, se observa cómo operaciones oscuras y ambiciones personales ponen en riesgo todo lo alcanzado.
Hoy, cuando el Partido Justicialista uruguayense debate su futuro, conviene recordar:
- Los equipos desunidos pierden. Basta ver cómo facciones internas han llevado a derrotas en otras provincias.
- Las traiciones silenciosas son las más letales. Quienes operan en reuniones clandestinas deberían aprender de los estadios: aquí todos ven quién pasa la pelota y quién la retiene.
- La ciudadanía premia coherencia. El éxito del Encuentro de Teatro Municipal, donde 20 grupos trabajaron en armonía, demuestra que Concepción valora proyectos sobre egos.
Cuando la dirigencia olvida que su deber es representar y no usufructuar para sí mismo, el resultado es siempre el mismo: desilusión popular y espacios vacíos en las urnas.
El 2025 y el 2027 va a marcar un camino histórico hacia el triunfo o el principio del fin. Dependerá de elección simple: el PJ uruguayense ¿seguirá el ejemplo de los equipos que ganan unidos o repetirá los errores de quienes fracasaron divididos?
Fuente: *Martina Ferreyra.
